sábado, 13 de octubre de 2012

Filiaciones truncadas

Enrique Vila Torres (La Contra 12/10/2012) tiene un oficio loable, ayuda a personas adoptadas a localizar y conocer la identidad de sus padres biológicos. Él ha sufrido en su persona la vulneración del derecho a conocer su filiación genética, esto es, a conocer a las personas de las que proceden las células que originaron su ser. Enrique Vila tuvo madre adoptiva, la madre que lo cuidó y a la que amaba, pero necesita buscar y conocer a su madre genética, sus raíces.  





Recientemente unos reportajes han publicado una trama de adopciones irregulares, que juzgadas con los criterios actuales de libertades y consentimientos, alcanzan su máximo rechazo social. Algunas mujeres dieron a luz y fueron engañadas en alguna casa cuna, aunque otras fueron ayudadas a alumbrar a sus hijos y darlos en adopción libremente a otras familias que no podían tenerlos. Esta postura  dice mucho de estas madres, pues  respetaron la vida de sus hijos para dejarlos vivir. Que la primera opción sea la bondad de ser “madre total”, genética, gestante y legalno quita que alumbrar un hijo y donarlo a una familia sea una solución mucho más ética y respetuosa que abortarlo. El primer derecho es a la vida y sobre éste cabalgan los demás:  a conocer sus orígenes, a ser informados de lo concerniente a su filiación, a ser educados y muchos más.

En alguna casa cuna se vulneraron los derechos de filiación, pero ahora también sucede lo mismo en otros lugares más sofisticados, los laboratorios y nadie se escandaliza.  Los niños que nacen por técnicas de reproducción asistida con gametos donados, no tendrán  acceso a la información sobre sus orígenes genéticos. El anonimato de los donantes, en perjuicio del niño a conocer sus orígenes, está protegido por ley en las técnicas de reproducción asistida. Para que se produzca un cambio cultural en torno a la filiación, habrá que esperar a un reportaje serio que explique lo que sucede en los laboratorios y a iniciativas personales, como la de Enrique Vila Torres, para reclamar los derechos vulnerados a la filiación. 



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