martes, 17 de marzo de 2009

Javier, nacido donante.



El nacimiento de Javier Mariscal, el domingo 12 de octubre en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, provocó polémica por los dilemas éticos irreconciliables con la salvaguarda de la vida embrionaria que plantea las acciones que lo han hecho posible. Javier es el primer niño que nace en España en que todo el proceso se ha realizado en nuestro país y ahora hemos conocido el éxito del transplante, motivo de su existencia y que los mismos médicos califican de milagroso por las bajas probabilidades de esta técnica...



Todos conocemos su nombre pues se desveló sin reparos en todos los medios de comunicación, ¿no tiene también él, y más siendo un niño derecho a su intimidad? Sin quererlo ni buscarlo es de dominio público que Javier Mariscal nació para ser donante de su hermano Andrés. Detrás de esta noticia y de los nombres publicados existe, como tantas veces, la publicidad encubierta de los nuevos logros en reproducción y selección embrionaria para lanzarlos al mercado y al mundo. La noticia encubre un “aquí estamos y hacemos esto”.

Andrés, hermano de Javier padece una beta-talasemia, enfermedad de transmisión hereditaria. Sus padres no tienen un problema de fertilidad, pueden tener hijos por su unión, pero no buscaban otro hijo al azar, querían un hijo que pudiera curar a Andrés, al que ya quieren mucho y que desean ayudar. Natalia López Moratalla comenta este hecho y dice que “es muy fácil inducir la obligatoriedad de hacer todo lo que puedan, a unos padres que ven sufrir al hijo con formas graves de leucemias o anemias” Por esto, sin plantearse en serio los problemas de los medios que se van a utilizar, optaron por la reproducción asistida y la selección de embriones, buscando la histocompatibilidad, la semejanza de tejidos en los embriones, con su hermano Andrés.

Las técnicas de reproducción asistida son complejas y violentas para la mujer. Todo empieza con una sobredosis hormonal, no exenta de riesgos para su salud, para obtener muchos óvulos y generar así más embriones. En el caso que nos ocupa se obtuvieron 16, que a los 2 ó 3 días de existencia, cuando el embrión se asemeja a una mora, les extrajeron una célula para conocer su código genético. Este análisis de los genes recibe el nombre de diagnóstico preimplantatorio y se realiza, tal como dice el nombre, antes de transferir los embriones seleccionados al útero de la madre para que se implanten y vivan. Los no transferidos son desechados.

No es correcto el término niño-bebé medicamento, él es Javier, lo han manipulado y seleccionado entre otros por su compatibilidad con su hermano, pero él puede levantar la cabeza bien alta porque las decisiones sobre su vida no afecta a su dignidad por ser hombre. Ser hombre, pertenecer a la familia humana, no lo deciden ni sus padres, ni los técnicos, esto lo lleva y lo llevamos todos inscrito en nuestro genoma. Los técnicos han detectado los genes responsables de la enfermedad en sus hermanos y han sabido que él no los poseía, pero poca cosa más. Pienso que es lo mismo que ocurre con el robo, la agresión y tantos otros hechos violentos ¿quién es el ofensor, el que hace o el que recibe la ofensa? Siempre el que la hace, nunca el que la recibe. Por eso espero que este fogonazo pase pronto y nadie le utilice ni para alardear en nombre de un falso progreso y pueda crecer como el más normal de los niños.

Uniendo los datos publicados en revistas científicas de los tres más amplios estudios realizados en la producción de los llamados niños medicamento, se constata que hasta el momento han nacido en el mundo 49 niños “útiles”. Para que nacieran estos 49 niños, hubo que producir 2.796 embriones, como publica el jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital La Fe de Valencia, Justo Aznar. Estas cifras dan una eficiencia a ésta técnica del 1,75%, esto es de cada 100 embriones, nacen menos de dos. Pero no es la baja eficiencia de la técnica lo que preocupa, preocupa mucho más esta actitud mental moderna y envenenada que se manifiesta en tratar a las personas como meros objetos; una insensibilidad que ignora y se burla de la dignidad de todo hombre en su inicio, bajo el pretexto interesado de que no sabemos el momento en que se inicia la vida humana o que no existe acuerdo “científico” en ello. La Ley de Reproducción Humana Asistida de 2006, ─ un traje a medida para las 185 clínicas privadas dedicadas a estos menesteres,− ha legalizado y aplaude la eugenesia positiva, esto es, la elección de los embriones sanos, para eliminar a los enfermos, entre otras barbaridades.

La medicina regenerativa empieza a ser una realidad, especialmente con la sangre de cordón umbilical. Hay otros caminos que pueden abrirse para poder cubrir las necesidades terapéuticas de los enfermos sin tener que recurrir a producción y destrucción de embriones, porque nunca un fin bueno justifica los medios, en este caso embriones humanos. El científico japonés Shinya Yamanaka explicó como inició sus investigaciones motivado por lo que observó en el microscopio al contemplar un embrión humano. Al verlo, se preguntó si existía alguna diferencia entre ese embrión y sus dos hijas adolescentes, concluyendo que no, por lo que pensó que no entendía cómo se podían proponer investigaciones biomédicas que conllevaran la destrucción de embriones. Yamanaka ha descubierto la posibilidad de reprogramar células adultas a células similares a las embrionarias. El descubrimiento consiste en tomar una célula adulta diferenciada de piel, por ejemplo, e invertir su desarrollo, la lleva atrás en el tiempo, al origen en el que no se había diferenciado en un tejido concreto. Son las llamadas células madre pluripotentes inducidas (iPS, según sus siglas en inglés) en las que existen muchas esperanzas.

Ante estas noticias de carácter biotecnológico, algunas personas quedan confundidas en sus opiniones personales, porque solamente se explica el resultado final y si es exitoso. Esto sucede porque no se informa de todo lo indeseable, del como se hacen y seleccionan los embriones y nos quedamos estupefactos ante el nacimiento de un niño que siempre es algo bueno. Hay que informarse de lo que se hace y cómo se hace, luego hay publicaciones que nos ayudan mucho en la orientación ética de estos temas. El punto central, cuando aparecen dilemas, son las células germinales, el embrión y el feto. Todo gira entorno a la vida humana y el respeto que merece, una a una y sin excepción, ni excusas. La vida de cada uno tiene un valor no negociable, ni manipulable. Aquí reside el gran problema de la producción, manipulación y destrucción de seres humanos. Toda acción en el embrión también debe buscar su bien, no el bien de hermanos o de terceros, que es el caso que nos ocupa. Negar la condición humana del embrión, decir que es una “bolita de células”, nos está llevando muy lejos, a un dominio y violencia ejercida desde los laboratorios en seres humanos, al dominio de la técnica sobre el hombre. Sería muy bueno que todo esto nos lleve al final a descubrir que la unión amorosa de un hombre y una mujer, es la única forma digna para la generación del hombre hijo, lo otro una gran mentira con muchos intereses detrás.

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